El edificio de la principal plaza bursátil de Chile, que este año cumple un siglo, refleja la influencia francesa que inspiró a su arquitecto Emilio Jéquier, responsable de obras como el Museo Nacional de Bellas Artes y la Estación Mapocho. Es un referente de su época e ícono del barrio La Bolsa que sigue vigente como epicentro del mercado financiero.
Por Cristóbal Jara_Fotos Viviana Peláez
Reconocible por su forma triangular y estilosa fachada, este edificio de cuatro pisos y un subterráneo se ubica entre las calles Nueva York, La Bolsa y Moneda, y da cuenta de las influencias francesas que inspiraron a los arquitectos chilenos de principios del siglo XX, quienes levantaron elegantes mansiones y edificios en el Centro de Santiago, muchos de ellos hoy declarados monumentos históricos por su valor patrimonial.
El edificio de la Bolsa de Comercio de Santiago, destacado en 1981 como Monumento Nacional, se alza como un ícono del llamado Barrio La Bolsa, zona típica en la que destacan también sus elegantes vecinos, como el Club de la Unión y el Palacio Ariztía.
“En este sector se encuentra el primer rascacielos de Chile -el edificio Ariztía, de 1921-, representativo de la arquitectura moderna, aunque está distante del edificio historicista de La Bolsa, aún apegado a los estilos del pasado, pero con una estructura metálica, técnicamente muy avanzada. Esto significa que la arquitectura de la época ya se había introducido en la modernidad, de manera oculta en la materialidad de la estructura del edificio de La Bolsa y de modo evidente en la altura y toda la tecnología asociada a ella, en el caso del edificio Ariztía”, comenta Max Aguirre, arquitecto y académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile y de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Finis Terrae.
NEOCLÁSICO Y RENACENTISTA
El arquitecto chileno Emilio Jéquier fue el responsable del edificio de La Bolsa de Comercio de Santiago, obra ejecutada por el ingeniero Roberto Torretti en terrenos que pertenecían a las Monjas Agustinas.
Influenciado por sus estudios en Francia y por el ingeniero y arquitecto galo Gustave Eiffel, Jéquier inició la construcción del inmueble en 1913, pero recién se inau-guró el 25 de diciembre de 1917, debido a que sus materiales fueron adquiridos en Europa y su traslado a Chile se dificultó a causa de la Primera Guerra Mundial.
Respecto de su materialidad, tiene una estructura metálica que actúa como esqueleto, envuelto con ladrillo y hormigón, en tanto que la ornamentación exterior se hizo en base a mortero de cemento y malla de metal. También se utilizaron maderas como roble americano en sus puertas, en terminaciones interiores y en detalles como los mosaicos del primer piso.
“Se caracteriza por representar con bastante coherencia elementos del estilo neoclásico y renacentista, no obstante haber sido construido entre 1913 y 1917. Es destacable su configuración en planta triangular, que incide en la forma del edificio y en la conformación de la calle”, explica Max Aguirre.
El recinto se destaca, entre otros aspectos, por su clásico Salón de Ruedas, donde por décadas se transaron las acciones a viva voz. Se trata de una imagen nostálgica de la Bolsa chilena, ya que en 1993 la tradicional pizarra a tiza dio paso a una pantalla electrónica y un sistema en línea a tono con los nuevos tiempos. La Bolsa está abierta a público para conocer el Salón de Ruedas de lunes a viernes de 9:30 a 15:30 horas. En él figura el mural pintado por Pedro Subercaseaux en 1917, denominado “Alegoría al trabajo”, restaurado en 2014.
Otras de las dependencias principales del inmueble, como el Salón de Accionistas y el Salón de Directorio, son abiertas al público con ocasión del Día del Patrimonio Cultural, que se celebra el último domingo de mayo. Este 2017, el Edificio de la Bolsa de Comercio de Santiago “recibió la visita de 6.320 personas, lo que nos tiene muy contentos, pues además celebramos los 100 años de nuestro edificio”, dice Alejandra Cooper, analista de Educación Financiera de la Bolsa de Santiago.
En 2016, el número de negocios en acciones ascendió a 3.221.092 operaciones, mientras que los montos transados totalizaron US$23.461 millones, una solvencia financiera que, de manera armónica, convive con la tradición y elegancia de este inmueble centenario. “Inspirado en la arquitectura renacentista francesa, este edificio se proyecta como un ícono en el centro de la capital y su centenario refleja no solo el paso de la historia de nuestro país, sino además la consolidación y el crecimiento del mercado de valores chileno como uno de los ejes del desarrollo de Chile”, finaliza José Antonio Martínez, gerente general de la Bolsa de Santiago.
Edición N°169, Julio 2017